El viejo continente europeo, que ahora parece añorar tiempos mejores, sigue siendo un reflejo persistente de los diversos nacionalismos antagónicos que nos enfrentaron a lo largo de la historia. Europa es vieja y, aunque intente modernizarse, sigue creyendo que es la abuela de un mundo que la ha superado. Ve cómo esos hijos, que siempre habían estado a su merced, han crecido y quieren emprender su camino, sin que parezca importarles la moral de lo correcto que todo ciudadano europeo lleva impregnada en su vida.